Por qué hablamos de adicción
Una conducta sólo se considera adicción cuando el individuo presenta estos tres rasgos: tolerancia (necesidad de consumir cada vez más para lograr la misma emoción), síndrome de abstinencia (cuando no se puede satisfacer la adicción) y pérdida del control (incapacidad de frenar en el consumo). La compra compulsiva -al menos, en sus manifestaciones más extremas- reúne todas estas características: la voluntad del afectado es casi nula, la satisfacción por la compra realizada deviene efímera y se entra en una espiral de la que difícilmente se puede salir sin la ayuda de un especialista. De todos modos, maticemos: no es conveniente resolver situaciones de ansiedad comprando cosas poco necesarias o que desequilibran nuestro presupuesto, pero no hay por qué renunciar a comprar lo que nos depara satisfacción si mantenemos el control sobre esta actividad y sus consecuencias.
Nos hallamos en situación de alarma si...
Cuando nos sentimos tristes, deprimidos o enojados, lo único que nos calma es ir de compras.
Compramos con frecuencia cosas poco útiles, que después nos arrepentimos de haber adquirido.
Tenemos la casa llena de artículos que no hemos usado y que nos resultan inservibles.
Nos precipitamos a la hora de comprar, porque no podemos controlar nuestros impulsos.
Del entorno familiar y de amigos nos llegan mensajes críticos con nuestra desmedida afición a comprar.
Aun a pesar de haber comprado muchas cosas o haber realizado un gran gasto, nos sentimos insatisfechos cuando reflexionamos en casa sobre los objetos adquiridos.
Vemos que se nos va el dinero sin darnos cuenta, y a menudo estamos irritados por haber gastado el dinero tontamente.
Cuando vemos algo que nos gusta, no paramos hasta comprarlo.
Adquirimos productos "milagro" que intuimos o sabemos inútiles.
Cuando recibimos el extracto de la tarjeta de crédito, nos sorprende sobremanera la cantidad e importe de las compras que hemos hecho.
Nuestro tiempo libre lo dedicamos preferentemente a visitar los centros comerciales o ir de escaparate en escaparate.
Soy un compulsivo. ¿Qué puedo hacer?
Piense qué quiere, qué le pasa, cómo se encuentra y busque qué alternativa existe, distinta de la de ir de compras. Recupere viejas aficiones o incorpore nuevas, y cultive sus amistades.
Hable de su problema con personas de su entorno o con aquellas que lo hayan superado.
Antes de salir de compras, redacte minuciosamente una lista con el propósito firme de no salirse de ella. Cada nuevo producto debe tener su propia justificación.
Compre con dinero en metálico y deje su tarjeta de crédito en casa.
Antes de comprar algo, piense en la utilidad que va a darle y si no la tiene, desista de su intención inicial.
Revise semanalmente la marcha de su economía, el listado de gastos y en qué se han producido. Subraye en rojo los gastos inútiles o poco justificados.
Si algo le gusta, no lo compre de inmediato, concédase unos días, coméntelo con alguien y, posteriormente, decida.
Si está convencido-a de que no puede superar su adicción o ha fracasado en varios intentos, acuda al psicólogo.
La empresa no es fácil, pero recuerde que cada vez que controlamos impulsos irracionales que nos perjudican y los vencemos, hemos conseguido una victoria que nos hace más libres. Las adicciones nada tienen de bueno y cuando las vencemos a base de inteligencia, voluntad y esfuerzo, reafirmamos nuestra personalidad y mejoramos nuestro equilibrio emocional y calidad de vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario